sábado, 11 de junio de 2011

España en Río (VI)

Brasil era una fiesta, o medio fraseando a Preston Sturges se vivían Carnavales en Julio. La exhibición de los cariocas antes los fornidos suecos, campeones olímpicos en 1948, a los que habían endosado sietes goles como sietes soles, con póker de Ademir, dos de Chico y uno de Maneça, habían desatado la euforia en toda la Confederación, que veía a España como el último escollo, el último gran handicap para lograr la ansiada Copa Jules Rimet, que se les había escapado de forma dolorosa en 1934 y 1938.
La prensa destacaba por encima de todo al delantero centro de nuestra selección, al gran Telmo Zarra. 
¡Duelo de goleadores! se anunciaba en portadas y en páginas deportivas, haciendo referencia a los dos arietes, al de Asúa y al fabuloso Ademir, el artillero del Vasco da Gama, que contabilizaba siete dianas en el torneo, siendo el gran ídolo de la torcida brasilera. 

La parte cómica venía de un divertido y surrealista artículo en el que analizaban una peculiaridad poco conocida de nuestro Telmo:¡Cuidado con Zarra, se lleva el balón escondido en las mangas! titulaban, ilustrando la columna una curiosa instantánea, en la que el vizcaíno acosaba a un portero rival...

Ajenos a esas apasionantes previas, a esa fiesta, a ese carnaval, Guillermo Eizaguirre y Benito Díaz planificaban la estrategia ante los anfitriones.

-Panizo ya está recuperado, y aunque Molowny ha cumplido, está claro quien es el titular -afirma convencido el sevillano-
-Panizo es mucho Panizo, y estando recuperado...-asiente el donostiarra- lo que me preocupa es el cansancio que llevamos encima...y el comienzo del partido; debemos aguantar los primeros veinte minutos, salir vivos de ahí...si logramos incluso llegar al descanso sin perder...les damos un susto monumental, y todo ese ambiente se les vuelve en contra...
-No podemos jugar lentos, si caemos en su ritmo...estamos perdidos, señor Díaz.
-El problema es que éstos juegan lentos y rapido; duermen el balón y lo despiertan...Ademir, Chico, Juvenal...menudos fenómenos...
-Vamos, vamos, señor Díaz, que sólo han destacado contra los suecos; y eso hasta pudo ser un accidente. Contra Yugoslavia y Suiza lo pasaron muy mal.
-Nos aguarda una dura prueba don Guillermo. La más difícil que hayamos pasado nunca. -concluye el tío Benito-.

Aquel jueves, 13 de Julio de 1950, ya a la una de la tarde, dos horas antes de que empezara el choque, doscientas mil almas llenaban el fastuoso Maracaná, con una torcida entusiasta, globos, cohetes, cometas...centenares de seguidores se quedaron a las puertas del Estadio; habían acudido sin entrada, y tuvo que intervenir la policía local...era imposible que cupiera nadie más.
En el palco el Embajador de España en el Brasil, el Conde de Casas Rojas, que se instaló junto al venerable Jules Rimet.
Y en nuestro país, eran ya casi las diez de la noche, y millones se reunían para seguir por Radio Nacional lo que podía significar, nada menos, que la consecución del Campeonato del Mundo.

Cuando  los nuestros saltan al prado, se quedan boquiabiertos, absortos de aquel espectáculo...ni Chamartín, ni Las Corts, ni tan siquiera La Catedral...aquello era lo nunca visto...ese colorido, ese entusiasmo, esa fiesta, ese carnaval en Julio...
Agustín Gainza se acerca a Zarra, y no puede evitar preguntarle:
- Jobar, Telmo, ¿habías visto algo semejante?...

España arma su once de gala. Panizo se ha recuperado, y Gaínza dice que puede jugar. Así la escuadra roja forma con Ramallets; Parra, Gonzalvo II, Alonso; Gonzalvo III, Puchades; Basora, Igoa, Zarra, Panizo y Gaínza. 

Los sudamericanos, camiseta y calzón blanco, puños y cuello azul, oponen una alineación de campanillas:
Barbosa en la portería; Augusto, Juvenal y Bigode en defensa; Bauer y Danilo en medio campo; y sus cinco fabulosos delanteros: Friaça, Zizinho, Ademir, Jair y Chico.
El inglés Reginald Leafe, referee de categoría, es el encargado de arbitrar el encuentro.
La interpretación del himno anfitrión es ya una apoteosis, las dos últimas estrofas se confunden con el clamor, los cohetes, la fiesta... 
Terra adorada
Entre outras mil
És tu, Brasil,
Ó Pátria amada!
Dos filhos deste solo
És mãe gentil,
Pátria amada,
Brasil!


Brasil sale en tromba, circulando el balón a una velocidad asombrosa, ante los nervios de la defensa hispana, que observa con temor como el medio campo es incapaz de retener ni diez segundos el esférico; en el banquillo ibérico piden calma, hay que aguantar ese inicio como sea... Esto es una gaseosa Sr. Díaz, tenemos que sufrir este rato, y todo será distinto, intenta autoconvencerse Guillermo Eizaguirre.

A los dieciséis minutos recoge un pase Ademir, que sólo tiene la portería en mente, y lanza un potente chut; Ramallets se lanza a la derecha adivinando de forma perfecta la dirección...pero el disparo tropieza en Parra...la trayectoria cambia por completo...y el 1-0 llega al marcador ante la euforia local...euforia que aumenta cuando cinco minutos después, el Gato Ramallets, el héroe de jornadas pretéritas, rechaza de forma desafortunada un lanzamiento de Jair...el esférico golpea en el larguero...y bota dentro de la portería...y sólo cinco minutos más tarde Chico hace de forma plástica el 3-0...
En menos de media hora España ya estaba rota y vencida, ante la avalancha carioca y el sufrimiento de Benito Díaz que salta casi al terreno de juego tras la maravillosa jugada de Chico...
-¡¡¡Señor Puchades!!!, ¿¡qué coño está pasando!?-

Estaba pasando que España flotaba en el campo, que sólo Igoa se salvaba de la quema...que ni Panizo ni Gaínza hilvanaban una jugada...que Zarra era frenado por Juvenal...que la defensa era un manojo de nervios...que Ramallets parecía un juvenil...
La arenga de Tío Benito parece espabilar a los nuestros, que hasta llegar al descanso se parecen a la poderosa escuadra de hace dos semanas.


Ya en el vestuario se intenta subir algo la moral...
-Hay que hacer un gol, meterles el susto en el cuerpo...aún queda la segunda parte, -intenta animar Benito...pero las caras de los nuestros no parecían las más apropiadas para una remontada.


La segunda parte se inicia como acabó la primera, con una España más seria, más ordenada, incluso llegando al área rival...Zarra porfía, Panizo distribuye, Basora chuta...en el banquillo se piensa en ese gol que cambie el partido.
Lo que llega en realidad son cinco minutos de pesadilla, del 55 al 60...Chico, Jair y Zizinho logran de nuevo tres goles de bella factura, que llevan al éxtasis a la torcida...nunca un estadio vivió tal gozo, tal deleite, tal entusiasmo de su grada...
Poco después, en el 70, Igoa, que estaba jugando de fábula, logra el llamado gol del honor...los nuestros casi ni lo celebran...Basora, Zarra, Panizo...no se explican lo sucedido...Brasil podía ser mejor, era mejor que nuestra escuadra...pero media docena de goles...eso no, pensaban los verdugos de Inglaterra...


El partido termina con el 6-1, y una multitud entusiasmada  se echa a las calles, a bailar, a disfrutar de un Mundial ya casi en la mano. Sólo casi, ya que en el otro partido de la jornada, Suecia ganaba durante toda la segunda parte 2-1 a Uruguay, y ese tanteo ya daba el título a los cariocas...pero al final, casi al final...los celestes remontan y se imponen 3-2 a los nórdicos. No importan, piensan en Río, tras conocer las noticias de Sao Paulo; un empate ante los orientales será más que suficiente...y ese Brasil se veía invencible...habían destrozado a los aguerridos hispanos, a los mismos que habían vencido a Inglaterra, a Chile, frenado a Uruguay...


El vestuario español era un funeral...ni radios, ni embajadores, ni telegramas desde El Pardo...Benito Díaz y Guillermo Eizaguierre intentan consolar a los suyos...
-¡Vamos, chavales, aquí no ha pasado absolutamente nada! -gritan, casi al unísono, mientras el equipo, cabizbajo, hundido, sin mediar palabra, rumiaba aquella derrota.
-¡Dios mío, señor Díaz, nunca había visto nada semejante!, que desastre, que paliza...-se sincera Eizaguirre-
-Vinieron los sarracenos, y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos, cuando son más que los buenos, recita con humor el donostiarra.
-Pues menudos eran estos sarracenos, y bien que nos han molido- concluye, esbozando una triste sonrisa, el gran Guillermo Eizaguirre... 

 

9 comentarios:

Layna dijo...

Ohhh que paliza que les han dado... Lo que me sigue impresinando es imaginar en 1950 ese partido por la radio, sin imágenes y la gente seguro que lo vivía tanto como ahora con teles de plasma. Un abrazo

Jlin dijo...

Debió ser épico vivir aquello pro la radio como dice Layna, 6-1 en aquellos años no era "tan malo" ya que se metían mucho más goles.
Exelcente crónica amigo Tirador, como siempre, digno de los mejores periodistas de la época.

Pepe Cahiers dijo...

Buen artículo y buenas ilustraciones, aunque esta semana sólo veo rayas rojas horizontales. Usted me disculpará.

natsnoC dijo...

¿Es esto el final de la epoyeya? Yo quiero más.

Bueno, el final me lo conocía. No el resultado pero si la consecuencia, de lo contrario tendríamos ese mundial en las vitrinas.

Gran relato.

El Tirador Solitario dijo...

Esa época es fabulosa, Layna; pero fíjate que hubo otro tiempo más ignoto:el fútbol de los años 20, cuando la radio era aún precoz. Se vivía un fútbol más imaginadoq ue vivido...lo cual era fascinante. Un abrazo, amiga.

Gracias, amigo JLin, y es verdad que en aquella época la media de goles era más elevada, pero aún así...un 6-1 era todo un correctivo.

NO se preocupe amigo Cahiers, que esta semana es histórica, y puede ser apoteósica...

No es el final, amigo nastonC, aún queda una entrega de nuestros héroes.

natsnoC dijo...

Bien, bien, me acabas de alegrar el día, habrá otra entrega.

El Tirador Solitario dijo...

Y hasta a lo mejor...quedan dos...

Gladys Glober dijo...

Me ha dado penilla este episodio... Tanta lucha para tremenda paliza! Pero muy entretenida como siempre, Sr Tirador.

Un afectuoso saludo.

El Tirador Solitario dijo...

Hola, Gladiys.
Brasil era un equipo que embalado era peligrosísimo...a los suecos le endosó siete...pero bueno aún queda algún capítulo...

Un abrazo.

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